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Dante Trujillo: Confesiones de un editor salvaje

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En este hombre coinciden dos pulsiones que parecen opuestas: la del administrador que conoce cada una de las fisuras económicas de sus proyectos y la del amante de la cultura capaz de crear, en un país con bajísimos niveles de lectura, una revista de libros y autores, con una tirada de diez mil ejemplares que se reparten de forma gratuita: periodismo cultural del bueno. “Sacrificamos el diseño por el contenido. No me da miedo tener más palabras en la revista”, sostiene Dante Trujillo.

 

Esta es una revista que parece venir de otro tiempo: de los años en que literatura y circulación masiva no eran del todo irreconciliables, en los que cultura no era sinónimo de fracaso económico, de cuando los diarios apostaban por decir cuáles eran los libros más importantes del momento. Sus textos largos recorren sin temor los márgenes de sus 40 páginas de tabloide y sus fotos acompañadas de una diagramación amena, son el resultado de años de meditación. La revista que sostengo entre mis manos se llama Buensalvaje y es solo una, y tal vez la mejor de todas las posibles revistas con que Dante Trujillo estuvo soñando en estos últimos 15 años. Pudo haber ocurrido de otro modo.

 

Aquí algunas variantes de aquel sueño. Uno: en el ambiente de intensa lectura y debate que por tradición siempre ha ostentado la Universidad de San Marcos, tres jóvenes, Carlos Yushimito, Alejandro Neyra y Dante Trujillo, publican una revista de creación y narrativa. Dos: con el auspicio de un banco de llegada continental, Dante Trujillo y su editorial Solar lanzan a mediados del 2011 una revista en formato libro, semestral, y enfocada en un tema particular. O en fin, de muchas otras formas, todas ellas ideas más o menos aproximadas a la revista ideal que Dante deseaba hacer realidad. Su existencia, por suerte, recién tomaría forma física a fines del 2012 y su nombre sería Buensalvaje.

 

La tradición no le da buenos augurios a las revistas literarias en nuestro país. Son conocidos los fracasos de aquellas que no pasan de los primeros números. En el Perú, no lo olvidemos, se lee con suerte un libro al año. Los periódicos se desentienden cerrando sus páginas culturales o dándoles espacios cada vez más insignificantes. Los números no son nada alentadores, pero Dante Trujillo no lo ve así. “En Buensalvaje no hay quimeras”, ha dicho más de una vez. Los resultados, por ahora, le dan toda la razón.

 

En dos años, la revista ha tirado trece números a ritmo de diez mil por edición, una cifra exorbitante para el raquítico mercado local. Ha llegado a decenas de miles de lectores de forma gratuita y ha gustado tanto que editores de Colombia, Costa Rica y España propusieron hacer franquicias. En la presentación de la séptima edición, la escritora argentina Aurora Venturini, flamante rostro de aquella portada, la calificó con estas palabras: “Una vez hubo una revista llamada Sur, que pudo haber competido con Buensalvaje. La dirigía Victoria Ocampo. Gracias a ella conocí a Silvina Ocampo, gran escritora, a Bioy Casares...a los grandes. Y la revista Buensalvaje, con las fotografías de los escritores importantísimos, sus obras, las opiniones, me han hecho acordar -y añorar- los tiempos de las buenas revistas en mi país”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El escritor español Javier Cercas sostiene portada de Buensalvaje dedicada a él.

 

 

—¿Cómo fue posible?

 

—Tiene que ver con mi propia experiencia y con el hecho de trabajar con gente que se dedica a esto, que ya conocen el proceso editorial. Los anunciantes de Buensalvaje son gente con la que ya trabajábamos. Por todo esto era un riesgo calculado, en realidad era un riesguito- explica Dante, recostado frente a una mesa desbordada por pequeñas torres de libros y publicaciones de los más variados colores y formas.

 

—¿Y es sostenible?

 

—Sí es sostenible con publicidad y suscripciones. Es sostenible y quizá podría ser más rentable.

 

Con Dante Trujillo no existen espacios para la improvisación. El fundador de Solar, una de las pocas editoriales independientes que concilia la parte económica con la rigurosidad en los criterios editoriales, es también un hombre de negocios. Si bien por ahora su fondo solo cuenta con 20 títulos, eso responde a que se orientan a producir contenidos institucionales para empresas y a sus propias exigencias. “Es un sello pequeño porque editar bien toma tiempo y para hacer las cosas de una manera mediocre prefiero no hacerlas”.

 

A diferencia de lo que pueden pensar quienes profesan un amor ciego y a veces demasiado idealista por la literatura, Dante sabe que para hacer sólido un proyecto hacen falta más que ideas románticas. Su visión integra ambas perspectivas. “Lo que tú tienes ahí es una condición de formalidad, seriedad y fluidez que constituye una buena base para crear este proyecto. Esa es una cosa que ha hecho que la revista vaya creciendo”, relata Alexis Iparraguire, escritor que ha colaborado en varias oportunidades.

 

—Siempre pasa que proyectos culturales maravillosos fracasan por haber desatendido lo económico, que es indispensable. A veces se peca de hippismo. Fallan porque creen que el proyecto es lo suficientemente bueno como para que se venda solo y eso lamentablemente no sucede— explica.

 

Buensalvaje es lo contrario: su continuidad parece estar garantizada. Las nuevas ediciones se suceden una tras otra y ya van trece. El tiraje de diez mil ejemplares que ya de por sí la convierte en referente, se duplicará hacia fines de noviembre y si se concretan algunos acuerdos, llegará físicamente a provincias. Pronto, lectores de Colombia y España se sumarán a los de Costa Rica que ya cuentan con su propio Buensalvaje. Su vigencia, además de deberle mucho a la diseñadora Angélica “Pepa” Parra, al subeditor Juan Carlos Fangacio, a la productora Karina Zapata y a Paloma Reaño, antigua subeditora, es un franco reflejo del interés y la incansable actividad de Dante, que dice que la edición completa les toma poco más de dos semanas. 

 

—Pero sí tengo ese lado administrativo también. No me encanta administrar cosas, pero sí creo que puedo dirigir proyectos. Cuando organizamos la visita de Perú a la del Feria del libro Bogotá por ejemplo, el programa lo hicimos dos personas, Alessandra Miyagi y yo, y coordinamos 300 actividades. No es un eufemismo, fueron 300. Sí, yo tengo un poco de ese espíritu, espero que no sea controlador, sino más bien entusiasta— acepta.

 

—Has estudiado administración.

 

—Estudié administración en la Universidad del Pacífico.

 

—¿Cuánto tiempo?

 

—Años… Entré a administración porque quería ser escritor y quería ser rico, pero no me resultó.

 

En 1997 Dante entró, con 24 años, a estudiar literatura en San Marcos. Para ese momento ya tenía la idea de hacer la revista, pero lo que le faltaba era tiempo. Trabajaba como subeditor del área de publicaciones multimedia de El Comercio, escribía artículos para diferentes áreas del diario, se ocupaba de la columna de crítica literaria en la revista Somos y hacía correcciones de estilo. Antes había fundado una librería llamada Minotauro en la que se alquilaban libros. En los últimos tiempos ha mantenido una intensa actividad como promotor cultural: organizó la visita de Perú como país invitado a la Feria del Libro de Bogotá y el Festival de la Palabra del Centro Cultural de la PUCP. Es, posiblemente, de las pocas personas que puede sacar la cara por estos proyectos, que puede demostrar que es posible, que son viables. La por ahora corta historia de Buensalvaje lo demuestra. Su carácter inconformista lo ayuda.

 

—Tú, que has podido ver cómo ha variado la oferta cultural de los diarios, ¿en qué año crees que comenzó a…?

 

—¿A irse a la mierda? Yo sospecho que desde los ochenta ha empezado lentamente a irse al diablo. Con el terrorismo, la crisis económica, luego el fujimorismo, pero curiosamente el declive absoluto se ha dado en la bonanza, después del fujimorismo, en los últimos diez o doce años. Hace una década en Somos podías leer una página entera de Gustavo Faverón, y al lado izquierdo estaban las reseñas que hacía primero Rocío Silva Santisteban y luego Jaime Rodríguez, que leían los libros, o sea los leían de verdad. Habían incluso algunos diarios que no repudiaban la cultura como parece suceder ahora, parece que les diese asco.

 

"Desde noviembre, Buensalvaje

tira veinte mil ejemplares

por número. La revista ahora

llega a España y Colombia".

 

 

—Es una tremenda paradoja.

 

—Me pudre ese asunto. Me da rabia esa ausencia. Hay una sobreabundancia de información basura que a mí me da un poco de bronca. Me parece perfecto y sano que exista información frívola, yo no soy nadie para juzgarla, pero me da bronca que no haya espacio para lo otro. Me da bronca que antes, cuando la sociedad era más pequeña había muchas más cosas. Por ejemplo, que los Populibros tiren 80 mil ejemplares y ahora una editorial tiré apenas 500. ¿Qué está pasando? ¿Cómo se podían vender tantos libros en una sociedad con muchísimo menos personas? ¿Por qué? Yo pienso que la prensa, la difusión de información cultural, tiene mucho que ver.

 

El hombre que está frente al auditorio hace un gesto de complicidad y todos se levantan. Pocos han estado antes en una de estas escenas, pero saben de qué se trata: se levantan y con ambas manos colocan sobre sus rostros la revista en la que hay un primer plano del escritor argentino Rodrigo Fresán. Un momento después, el flash rebota en los rostros de papel y la imagen queda grabada. Es, en dos palabras, identidad colectiva. La imagen se ha repetido en la Feria del Libro de Huancayo, en la librería Sur, en El Virrey y en otras presentaciones de Buensalvaje. El mensaje es sencillo: la revista es un esfuerzo colectivo, en ella participan autores, libreros, lectores y todos los involucrados en la industria. Como ha dicho Dante, la revista se sostiene sola, pero solo gracias a que los autores colaboran con sus propios textos. Ellos les ofrecen un buen espacio, una edición formal, un producto de calidad y el acuerdo, hasta ahora y desde el principio, ha sido feliz.

 

—Nunca hemos tenido un rechazo, nunca nadie me ha dicho: yo en esta revista no salgo.

 

Lo que hace Buensalvaje es llenar ese espacio que los medios han abandonado. Sus ocho o diez primeras páginas están compuestas de reseñas, luego vienen las entrevistas, los ensayos, la creación (narrativa, cuento, poesía) e ilustraciones. Uno de sus roles consiste en conectar el mundo editorial con los lectores. Los textos de preferencia, contienen una cantidad baja de referencias, de manera que en conjunto no parezca un producto muy elitista.            

 

 

"En Lima hay una sobreabundancia

de información basura

que a mí me da un

poco de bronca".

 

 

Abelardo Oquendo, el crítico que no da entrevistas y que hace poco concedió una a Buensalvaje, escribió, luego del lanzamiento de la revista, una sabia sentencia al respecto. “Lo habitual es que las revistas de cultura general y las especializadas destinen sus páginas finales a reseñar novedades bibliográficas. Buensalvaje, la revista que acaba de nacer, se ocupa desde sus páginas iniciales de libros recientes que juzga dignos de mención”.

 

Los periodistas Alonso Rabí do Carmo y Jorge Coaguila recopilaron hace veinte años las opiniones de escritores, críticos y periodistas. De ese trabajo salió un canon de los mejores libros peruanos. Hace muy poco, en la décima edición de Buensalvaje, se publicó una renovada versión de aquel experimento. Rubén Fonseca, el autor brasileño vivo más importante de nuestro tiempo no da entrevistas. A Buensalvaje tampoco se la dio, pero ellos hicieron un perfil que intentó sacarlo de esa clandestinidad autoimpuesta. En el número tres el español Javier Marías, luego de una resistencia inicial, aceptó responder unas preguntas y las mandó por fax. En los cuatro primeros números, la revista publicó las columnas de Marco Avilés, que podían versar sobre temas tan anecdóticos e ingeniosos como lo bueno que es leer en el baño. Eso es Buensalvaje. Una revista que puede tener un poco de todo, pero que habla seriamente de libros. 

 

A mediados de mayo de 2013, unos días antes de que Buensalvaje cinco saliera a las calles, Dante Trujillo encontró en su correo electrónico un mensaje que le resultó desconcertante y disparatado. Alberto Calvo, un editor de Costa Rica, le proponía hacer una versión de la revista en su país. Le proponía, en concreto, que Buensalvaje fuera franquiciado. Luego de consultar a Elda Cantú, editora de cierre de Etiqueta Negra y averiguar quién era Calvo, Dante decidió aceptar. Armaron una plantilla, convinieron algunos puntos, hicieron el diseño y trabajaron el índice. El resultado fue una versión casi idéntica, pero con contenido propio. La iniciativa se ha propalado y las versiones de Buensalvaje España y Colombia ya están por salir. La posibilidad de que se siga extendiendo al resto de América no es remota. Buensalvaje siempre se pensó como una revista continental. Hecha en Perú, pero sin fronteras.

Por Hanguk Yun
Hanguk Yun
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